Logros del CNCS y Posición Frente a sus Pares

Ciberseguridad República Dominicana, ciber, ciberseguridad, contramedidas, C. Constantin Poindexter;

El fortalecimiento de la ciberseguridad nacional se ha convertido en una prioridad estratégica para los Estados en la era digital. En este contexto, el Centro Nacional de Ciberseguridad (CNCS) de la República Dominicana ha logrado consolidarse como una institución líder en el Caribe y América Latina. Desde su creación, y particularmente durante el período 2020-2024, el CNCS ha implementado una política pública integral que articula la prevención, la respuesta a incidentes, la cooperación interinstitucional y la formación de capacidades técnicas y ciudadanas. Aquí observo algunos de los logros más relevantes del CNCS, su posicionamiento frente a sus pares regionales y plantea estrategias para fortalecer su papel como servicio de ciberseguridad más robusto y efectivo. Lo siguiente NO es de índole “clasificado”,

I. Consolidación del CNCS como autoridad nacional en ciberseguridad

Desde 2020, el CNCS ha establecido una estructura dual: la Dirección de Respuesta a Incidentes Cibernéticos (CSIRT-RD) y la Dirección de Coordinación de Estrategias. El rendimiento (imagen aquí adjunto) es meritorio. Según las cifras PUBLICAS, . . . El CSIRT-RD ha gestionado más de 500 alertas de seguridad, detectado más de 900 millones de intentos de ataque y compartido más de 2,000 indicadores de compromiso (IOC) con instituciones nacionales e internacionales (CNCS, 2024). En cuanto a la gestión de incidentes, se han atendido más de 1,600 casos, de los cuales 600 corresponden a instituciones gubernamentales. Estas cifras, que reflejan un aumento sostenido en la capacidad de detección y respuesta, representan un avance considerable para un país en vías de consolidar su ecosistema digital.

En el ámbito del análisis técnico, el CNCS ha realizado más de 500 evaluaciones de vulnerabilidades, identificando 2,300 hallazgos asociados con 347 vulnerabilidades y exposiciones comunes (CVE) (CNCS, 2024). Este volumen de trabajo técnico es comparable con centros nacionales de ciberseguridad de economías intermedias, lo que muestra un nivel de madurez institucional notable en el Caribe. La combinación de detección temprana, análisis técnico y cooperación activa coloca al CNCS como un referente regional.

II. Desarrollo de capacidades institucionales y cooperación interinstitucional

El CNCS no solo ha enfocado su labor en la respuesta técnica, sino también en la madurez organizacional de las instituciones públicas. A través de su Plataforma de Evaluación de Nivel de Madurez, ha priorizado 45 instituciones, permitiendo medir el grado de preparación en materia de ciberseguridad y planificar intervenciones específicas (CNCS, 2024). En paralelo, la Dirección de Coordinación de Estrategias ha promovido la cooperación nacional e internacional con más de 40 instituciones gubernamentales, firmando 101 acuerdos y memorandos de entendimiento (MOU).

Las campañas de comunicación del CNCS han alcanzado más de dos millones de cuentas en redes sociales, logrando concienciar a la ciudadanía sobre prácticas seguras en entornos digitales. Estas iniciativas, orientadas a la cultura de la ciberseguridad, demuestran una comprensión avanzada del principio de “seguridad por diseño social”, donde la formación del usuario final es tan importante como la infraestructura técnica.

III. Capacitación y profesionalización del talento en ciberseguridad

Uno de los pilares del éxito del CNCS ha sido la creación de capacidades humanas. En colaboración con la Academia Cisco, el Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA) y Fortinet, el CNCS ha capacitado a más de 540 personas, incluyendo profesionales del sector público y privado (CNCS, 2024). Además, se han impartido 16 cursos técnicos especializados y 3 entrenamientos internacionales dirigidos a sectores críticos como el marítimo y el sanitario. Estas acciones posicionan al CNCS como un catalizador del talento cibernético en la región.

Los programas de concienciación ciudadana también han tenido un impacto significativo. Durante 2024, el CNCS desarrolló 12 campañas de sensibilización que alcanzaron a más de 2,000 participantes, con 800 personas inscritas formalmente en el programa nacional de capacitación ciudadana (CNCS, 2024). Esta estrategia evidencia una política pública que combina la seguridad técnica con la educación digital, alineándose con las mejores prácticas internacionales establecidas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT, 2024).

IV. Comparación regional y posicionamiento

La comparación con otros países latinoamericanos permite ubicar objetivamente el desempeño dominicano. En 2024, el CSIRT Panamá reportó 1,312 incidentes, siendo el phishing y el fraude digital los más frecuentes (CSIRT Panamá, 2024). En contraste, el CNCS de la República Dominicana registró 1,600 casos en cinco años, lo que equivale a un promedio anual de unos 320 casos. Si bien Panamá presenta una mayor densidad de reportes, ello se explica por la amplitud de su red de monitoreo intersectorial.

En Colombia, el Centro Cibernético Policial registró 59,033 denuncias de delitos informáticos en 2023, y el sector privado estimó 12,000 millones de intentos de ataque ese mismo año (CCIT, 2023). Estos números, en gran medida resultado del tamaño poblacional y la economía digital de Colombia, superan los de la República Dominicana en términos absolutos, pero confirman que el volumen de 900 millones de intentos detectados por el CNCS es proporcional y consistente con su escala nacional.

En el Caribe, Trinidad y Tobago reportó apenas 205 ciberataques exitosos entre 2019 y 2024 (TT-CSIRT, 2024), mientras que Costa Rica, tras el ataque de ransomware de 2022, ha mantenido una estrategia de recuperación y resiliencia sin publicar datos comparables (OAS, 2023). A la luz de estas cifras, la República Dominicana se sitúa entre los países con capacidad técnica media-alta, destacando especialmente por su transparencia de datos y la implementación de plataformas de notificación y verificación, algo que no todos los países de la región han logrado.

El Índice Global de Ciberseguridad (GCI) de la UIT (2024) ubica a la República Dominicana en una categoría intermedia de madurez (“Tier 3”), junto a países como Panamá y Costa Rica, y por delante de varias naciones caribeñas menores. Este posicionamiento confirma que el país ha alcanzado un nivel de consolidación técnica y organizativa respetable, aunque con oportunidades de mejora en la integración de marcos normativos y la profesionalización avanzada del sector.

V. Estrategias y tácticas para fortalecer el servicio nacional de ciberseguridad

Para evolucionar hacia un servicio de ciberseguridad más robusto y efectivo, el CNCS podría adoptar una estrategia de tres ejes: integración normativa, fortalecimiento técnico y cooperación internacional ampliada.

Integración normativa y estandarización de métricas.
El CNCS podría alinear sus procedimientos de reporte con marcos internacionales como el National Institute of Standards and Technology Cybersecurity Framework (NIST-CSF) y los Incident Response Standards de FIRST. La creación de un modelo de reporte público anual, con series históricas estandarizadas, facilitaría la comparación regional y permitiría medir la efectividad de políticas sectoriales (NIST, 2022).

Fortalecimiento técnico y automatización.
El desarrollo de sistemas de inteligencia de amenazas (Threat Intelligence) basados en aprendizaje automático podría aumentar la capacidad predictiva del CSIRT-RD. Asimismo, expandir la cobertura de sensores de monitoreo a infraestructuras críticas —energía, salud, transporte y finanzas— reforzaría la detección temprana y la coordinación interinstitucional.

Cooperación y diplomacia cibernética.
Aumentar la colaboración con organismos multilaterales (OEA, UIT, BID) y con redes como CaribCERT permitiría compartir indicadores de compromiso en tiempo real y fortalecer la resiliencia regional ante amenazas transfronterizas. “Intelligence Liasion” con las agencias de inteligencia y contrainteligencia es, del mismo modo, imperativo. Un enfoque, centrado en la diplomacia cibernética, ampliaría la proyección internacional del CNCS y contribuiría al fortalecimiento colectivo del Caribe y “más allá”. Ciber-actores/ciberdelicuentes no conocen fronteras.

El Centro Nacional de Ciberseguridad de la República Dominicana ha demostrado un avance tangible en materia de gobernanza digital, gestión de incidentes, cooperación institucional y formación ciudadana. Los datos disponibles evidencian una estructura madura y en expansión, comparable con países latinoamericanos de mayor tamaño y con un liderazgo visible en el Caribe. Aunque persisten desafíos —como la estandarización de indicadores y la profundización de la cooperación técnica internacional—, los logros alcanzados entre 2020 y 2024 reflejan una política pública coherente y sostenible.

El CNCS, mediante la integración de marcos internacionales, el uso de inteligencia automatizada y la expansión de alianzas estratégicas, puede consolidarse como un referente regional de ciberseguridad. En un entorno global donde la seguridad digital se ha convertido en un pilar del desarrollo económico y la soberanía tecnológica, la República Dominicana está posicionada para ejercer un liderazgo ejemplar en el Caribe y América Latina.

~ C. Constantin Poindexter, M.A. en Inteligencia, Certificado de Posgrado en Contrainteligencia, J.D., certificación CISA/NCISS OSINT, Certificación DoD/DoS BFFOC

Referencias

CCIT. (2023). Informe sobre ciberseguridad en Colombia 2023. Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones.
CNCS. (2024). Informe de resultados 2020-2024. Centro Nacional de Ciberseguridad, República Dominicana.
CSIRT Panamá. (2024). Reporte anual de incidentes 2024. Gobierno de Panamá.
NIST. (2022). Framework for Improving Critical Infrastructure Cybersecurity (Version 2.0). National Institute of Standards and Technology.
OAS. (2023). Cybersecurity Capacity Review: Costa Rica Post-Ransomware Assessment. Organización de los Estados Americanos.
TT-CSIRT. (2024). National Cybersecurity Report 2019-2024. Trinidad and Tobago Cyber Security Incident Response Team.
UIT. (2024). Global Cybersecurity Index 2024. Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Cibermilicias y la Lucha por la Primacía en el Espacio de Batalla Informativa

ciber, cibermilicia, inteligencia, espionaje, contrainteligencia, contraespionaje, c. constantin poindexter

Llegué a la madurez profesional en una comunidad de inteligencia que todavía concebía la línea de frente (“teatro principal de operaciones”) como un lugar al que uno podía acceder, cartografiar y asegurar. Ese mundo ha desaparecido. Hoy, adversarios no militares, organizados de manera laxa en cibermilicias de propagandistas, piratas informáticos patrióticos, emprendedores de la influencia y amplificadores remunerados o voluntarios disputan la iniciativa no con blindados ni artillería, sino colonizando la atención, deformando la percepción y acelerando la división social a gran escala. Nuestra doctrina ha comenzado a reconocer este cambio. En 2017, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos elevó la información a función conjunta, formalizando lo que los operadores llevaban años observando. Reconocemos que las campañas modernas dependen de crear y explotar la ventaja informativa. La Estrategia de 2023 para Operaciones en el Entorno Informativo del Departamento de Defensa EEUU lo expone de manera explícita: la Fuerza Conjunta debe estar organizada, adiestrada y dotada de recursos para integrar efectos informativos junto con fuegos y maniobra (DoD, 2023).

Por cibermilicias entiendo a actores no uniformados, a veces dirigidos por el Estado, a menudo tolerados por él o subcontratados a la multitud, que combinan acciones cibernéticas con guerra narrativa en plataformas sociales. Reclutan y radicalizan, acosan en enjambres, hostigan y exponen datos personales, siembran falsificaciones digitales y teorías conspirativas, e inundan el espacio con memes emocionalmente persuasivos. Su mando y control suele ser plano e improvisado, su logística se basa en la nube y su ritmo operacional lo marcan los algoritmos de las plataformas y los ciclos informativos. Hemos visto efectos militares de tales formaciones en teatros diversos. La llamada Internet Research Agency (IRA) ejemplificó una milicia de influencia vinculada al Estado que escaló intentos de persuasión y movilización fuera de línea a través de plataformas sociales estadounidenses. Investigaciones rigurosas han matizado posteriormente las afirmaciones maximalistas sobre cambios medibles en actitudes, pero el hecho operacional permanece: los adversarios pueden alcanzar a millones de objetivos, a un coste marginal casi nulo, con narrativas adaptadas y sincronizadas con objetivos geopolíticos (Eady et al., 2023).

En el extremo opuesto, el IT Army of Ukraine constituye un caso de movilización cibernética defensiva: una formación voluntaria que ejecuta ataques DDoS, búsqueda de vulnerabilidades y operaciones psicológicas en paralelo con esfuerzos estatales. Esto ilustra tanto la potencia como las ambigüedades jurídicas y éticas que surgen cuando civiles se convierten en combatientes en el dominio informativo (Munk, 2025).

Las organizaciones terroristas comprendieron hace tiempo el poder de las redes sociales. El ISIS combinó la brutalidad en el campo de batalla con una maquinaria propagandística meticulosamente diseñada en línea, optimizada para reclutamiento, intimidación y fijación de agenda en múltiples lenguas y plataformas. Análisis revisados por pares detallan cómo ISIS explotó las funcionalidades de las plataformas para mantener su alcance incluso cuando se eliminaban cuentas (Done, 2022). El actual aluvión de proclamaciones de victorias en el teatro de guerra palestinas es igualmente ilustrativo.

Por qué las Redes Sociales Pueden Rivalizar con la Fuerza Física

La respuesta sencilla es la escala y la velocidad. La propaganda computacional aprovecha la automatización, la amplificación y la microsegmentación para saturar los canales informativos más rápido de lo que la verificación de hechos o el debate pueden alcanzar. Revisión sistemática tras revisión sistemática enmarcan esto como un ecosistema sociotécnico en evolución más que como una táctica puntual (Bradshaw y Howard, 2019).

La asimetría es un segundo factor crucial. Los bots y las conductas inauténticas coordinadas otorgan a pequeños operadores una influencia desproporcionada, especialmente en los primeros minutos del ciclo de vida de una narrativa, cuando las señales de interacción iniciales pueden inclinar los sistemas de clasificación de las plataformas. Estudios demuestran que las cuentas automatizadas amplifican de forma desproporcionada contenido de baja credibilidad en esas fases críticas (Shao et al., 2018).

Los efectos sobre el terreno humano deben contemplarse. Incluso cuando la persuasión directa es modesta, los daños en zonas de conflicto son muy reales. Doxing, estigmatización, desplazamiento y profanación cultural se han vinculado a la incitación en línea durante conflictos armados. No se trata únicamente de charlas en Internet, es preparación operacional del entorno con consecuencias humanas (Ulbricht, 2024).

La integración con operaciones cinéticas constituye además un ingrediente imperativo. En Ucrania, las fuerzas rusas combinaron sistemas físicos, como el Orlan-10/Leer-3, con campañas masivas de mensajes de texto y redes sociales para inducir pánico y erosionar la cohesión. Esto recuerda que los fuegos informativos pueden acotar el espacio de batalla tan eficazmente como la artillería (GAO, 2022).

La maniobra memética es la última consideración. En los conflictos contemporáneos, las narrativas basadas en memes no son meras efímeras: constituyen maniobra en el dominio cognitivo. Estudios recientes sobre la guerra memética en el contexto Rusia-Ucrania sostienen que estos artefactos estructuran la atención, codifican marcos complejos y aceleran el reclutamiento hacia la propaganda participativa a gran escala (Prier, 2017).

Una Nota sobre la Evidencia y la Prudencia

La honestidad intelectual más rigurosa debe estar en primer plano. Un estudio en Nature Communications que vinculó datos de Twitter en Estados Unidos con encuestas no halló cambios estadísticamente significativos en actitudes o elección de voto atribuibles a la exposición a la IRA en 2016. Sin embargo, no debemos ignorar esto ni sobregeneralizar. El estudio no absuelve a las campañas adversarias, refina nuestra teoría del efecto. Muchas operaciones buscan el control de la agenda, la polarización, la intimidación y la distracción en tiempo objetivo más que el mero cambio de voto. En la guerra, incluso variaciones pequeñas en la participación, la percepción del riesgo o la moral de la unidad pueden ser decisivas (Eady et al., 2023).

El Imperativo: Tratar la Propaganda Adversaria como un Objetivo de Campaña

La OTAN enmarca ahora la guerra cognitiva como un desafío interdominios. La mente humana es terreno disputado donde los actores buscan modificar percepciones y conductas (Claverie du Cluzel et al., 2021). No es retórica inflamatoria, es realidad operacional en todo teatro que he observado. Nuestra respuesta debe abandonar la era de refutaciones improvisadas y avanzar hacia operaciones integradas en el entorno informativo con objetivos, autoridades y métricas explícitas de desempeño y efecto.

Qué Deben Hacer la Inteligencia y los Combatientes

  1. Construir un panorama de inteligencia fusionada del campo de batalla narrativo.
  2. Normalizar el entorno informativo junto con fuegos y maniobra.
  3. Disputar la iniciativa mediante prebunking y resiliencia, no solo eliminando contenidos.
  4. Imponer fricción a las cibermilicias hostiles.
  5. Clarificar autoridades y alinear con el derecho de los conflictos armados.
  6. Entrenar para el dominio cognitivo.
  7. Medir lo que importa, evitando indicadores de pura vanidad.

Conclusión Estratégica

En la guerra convencional, la ventaja es acumulativa. En la guerra informativa, es compuesta. El bando que penetra el ciclo de decisión del adversario establece el marco para todo lo que sigue. Nuestros adversarios ya juegan ese juego. Despliegan cibermilicias que operan a velocidad de máquina pero hablan en idioma humano, explotando incentivos de plataforma y sesgos cognitivos tan antiguos como la persuasión y tan novedosos como la inteligencia artificial generativa.

Como profesionales de inteligencia y combatientes, nuestra misión no es simplemente refutar mentiras una vez consumado el daño, sino negar la iniciativa adversaria en el entorno informativo, mapear y anticipar sus campañas, fortalecer nuestras poblaciones e integrar los efectos narrativos con la maniobra. Hacerlo bajo el imperio de la ley y con responsabilidad democrática será un reto. La Comunidad de Inteligencia y las fuerzas armadas no ignoran esta realidad: la Fuerza Conjunta ya reconoce la información como función central. Pero la doctrina sin recursos ni práctica es solo papel. Debemos construir los equipos, autoridades y hábitos para luchar y prevalecer allí donde ahora habita la gente, en sus feeds y chats, tanto como en el espacio físico. Si fracasamos, cederemos el terreno decisivo del conflicto moderno a adversarios no militares que comprenden que la primacía ya no se mide únicamente en metros conquistados, sino en mentes retenidas.

Una recomendación crucial es que la contrainteligencia está particularmente bien adaptada a esta misión. El oficio de la contrainteligencia, históricamente dedicado a identificar, engañar y neutralizar operaciones de influencia hostil, se traduce directamente a la lucha contra las cibermilicias. Los operadores de contrainteligencia aportan pericia en atribución adversaria, operaciones de doble agente, detección de desinformación y manipulación de redes clandestinas. Estas son exactamente las habilidades necesarias para desenmascarar conductas inauténticas coordinadas en línea. Estoy convencido de que integrar la contrainteligencia en la guerra informativa ofrece ventajas singulares, al combinar análisis técnico de señales con validación de fuentes humanas y la capacidad de explotar, interrumpir o cooptar operaciones adversarias de influencia de un modo que supera la mera moderación de contenidos (Hunker, 2010; Rid, 2020). Dejar las cibermilicias únicamente en manos de la diplomacia pública o de la autorregulación de plataformas equivale a luchar con un brazo atado. Incorporar la contrainteligencia en el núcleo de nuestras campañas informativas asegura que Estados Unidos no solo pueda defenderse de la propaganda adversaria, sino también disputar y desmantelar activamente las redes que la impulsan.

~ C. Constantin Poindexter, M.A. en Inteligencia, Certificado de Posgrado en Contrainteligencia, J.D., certificación CISA/NCISS OSINT, Certificación DoD/DoS BFFOC

Referencias

Bradshaw, S., y Howard, P. N. (2019). El orden global de la desinformación: Inventario mundial 2019 de la manipulación organizada en redes sociales. Oxford: Oxford Internet Institute. [en inglés]

Claverie du Cluzel, F., et al. (2021). Guerra cognitiva. Comando Aliado de Transformación de la OTAN, Innovation Hub. Norfolk, VA. [en inglés]

Departamento de Defensa de los Estados Unidos. (2023). Estrategia para las operaciones en el entorno informativo. Washington, DC. [en inglés]

Done, A. (2022). La propaganda del ISIS y la radicalización en línea. Journal of Strategic Security, 15(3), 27–49. [en inglés]

Eady, G., Nagler, J., Guess, A., Zilinsky, J., y Tucker, J. (2023). Exposición a la campaña de influencia extranjera de la Agencia de Investigación de Internet rusa en Twitter durante las elecciones de 2016 en Estados Unidos y su relación con actitudes y comportamiento de voto. Nature Communications, 14(1), 367. [en inglés]

Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EE. UU. (GAO). (2022). Entorno informativo: El Departamento de Defensa debería tomar medidas para ampliar sus evaluaciones de las operaciones de información. Washington, DC. [en inglés]

Hunker, J. (2010). Guerra cibernética y poder cibernético: cuestiones para la doctrina de la OTAN. Documento de investigación del Colegio de Defensa de la OTAN, núm. 62. Roma: Colegio de Defensa de la OTAN. [en inglés]

Maertens, R., Roozenbeek, M., van der Linden, S., y Lewandowsky, S. (2021). Eficacia a largo plazo de la inoculación contra la desinformación: tres experimentos longitudinales. Journal of Experimental Psychology: Applied, 27(1), 1–16. [en inglés]

Munk, T. (2025). El Ejército Informático de Ucrania: resistencia civil digital y derecho internacional. Crime, Law and Social Change, 83(1), 55–74. [en inglés]

Prier, J. (2017). Comandando la tendencia: las redes sociales como guerra de información. Strategic Studies Quarterly, 11(4), 50–85. [en inglés]

Rid, T. (2020). Medidas activas: la historia secreta de la desinformación y la guerra política. Nueva York: Farrar, Straus and Giroux. [en inglés]

Roozenbeek, J., van der Linden, S., et al. (2020). El juego de las noticias falsas confiere resistencia psicológica contra la desinformación en línea. Palgrave Communications, 6(1), 65. [en inglés]

Shao, C., Ciampaglia, G. L., Varol, O., Flammini, A., y Menczer, F. (2018). La difusión de contenido de baja credibilidad por parte de bots sociales. Nature Communications, 9(1), 4787. [en inglés]

Ulbricht, M. (2024). Propaganda en línea y daño civil en conflictos armados. International Review of the Red Cross, 106(1), 67–94. [en inglés]